El duelo en la cultura oriental
Vivimos en una sociedad que da la espalda a la muerte. No solo porque la tememos sino porque directamente rechazamos la muerte y nos negamos a aceptarla.Hoy en Funerarias Navas vemos como es el proceso de duelo en la cultura oriental, donde se visualiza de forma diferente que Occidente.
Siguiendo a Worden, quien toma ideas de Freud acerca de los duelos, podemos ver que “el duelo es un proceso y no un estado”, e implica tareas de elaboración de la pérdida que “requieren esfuerzo”. El duelo es algo que forma parte de la reacción natural del ser humano ante la pérdida de un ser querido. Una reacción emocional que se manifiesta en forma de sufrimiento y aflicción.
Segun Worden (1997) existen tres o cuatro fases en el proceso del duelo. La conceptualizada como shock, ira o rabia, negación o anhelo y la fase aguda de la desesperación que surge al enfrentarse ante una ausencia irreversible y ser consciente de la pérdida.
Tras la etapa final del duelo llega la aceptación y la adaptación, ese estado de paz que nos permite seguir adelante con nuestra vida y quedarnos con el recuerdo grabado para siempre en nuestra memoria. Ese estado que nos permite no mirar atrás, sino al futuro. Un duelo bien llevado es aquel que derrama lágrimas al principio pero que termina por arrancarte una sonrisa con el tiempo.
El periodo de el duelo es variable. El tiempo necesario para pasar el proceso del duelo y la dificultad del camino y su intensidad vendrá justificado por cada persona, momento y cultura. Hoy en Funerarias Navas vemos el duelo en la cultura oriental.
En la cultura oriental no es tabú sino que forma parte de la cotidianeidad. El guía espiritual Osho afirma que el único modo de perder el miedo a la muerte es visitándola. Es decir, pensar en ella de una forma profunda, del mismo modo que se piensa con todo detalle en las vacaciones, el trabajo o las relaciones personales, y recrear así las sensaciones que nos despierta. Este maestro propone un método a través de la meditación, que consiste en visualizar mentalmente cómo se va muriendo nuestro cuerpo, comenzando por los pies. Según el maestro, la experiencia aporta madurez a la hora de afrontar la vida. Con terapias similares a esta se descubre que la muerte no es algo terrible, sino una parte más de la vida que hay que encarar con valor, sabiduría e ilusión.
La muerte se integra, acepta y se concibe como un episodio más de la vida, como algo natural e incuestionable que forma parte del sistema educativo. En Occidente, concretamente en las aulas, distamos años luz a esa actitud natural donde se entiende como un tema casi tabú. Es por ello que ese dolor y miedo a la muerte menguaría si, desde nuestra infancia, recibiéramos una educación donde la muerte, como tal, es un hecho natural.
Otro rasgo que diferencia es el color. En la cultura asiática, el blanco es el color del duelo.